Cómo solucionarlas

Print
PDF

Las llamadas “crisis” o dificultades matrimoniales, las pasan todas las parejas, nadie está exceptuado de estas. La diferencia entre quienes las superan y quienes no, es básicamente la actitud que se toma ante ellas, la capacidad de reconocer los propios errores, compromiso de cambio, adaptación, complementariedad, construir en positivo y sobretodo pensar en un objetivo en común en un “proyecto de familia en común”, el cual redituará en armonía, paz, alegría, seguridad, amor, etc. Principalmente dentro sus propios miembros

A continuación veremos algunos puntos de vista y opiniones, que seguramente han sido los tuyos (as), pero que no necesariamente son correctos y los cuales en la mayoría de los casos, es básico empezar a cambiarlos.

La culpa es tuya, no mía.

En una crisis matrimonial no hay un sólo causante o culpable de los problemas, los responsables son los dos. En un poco de más o menos medida, pero responsables al fin de cuentas. El problema está que todos nos sentimos “la víctima”, vemos sólo la parte de la situación que nos afecta o mejor dicho vemos sólo lo que nos interesa. Esto es muy típico encontrarlo en consejería matrimonial, donde el “cuco” es el esposo o la esposa, pero “uno” no lo es.

Para este caso sería muy práctico, pedagógico, inteligente, etc. Un simple recurso: el tener una cámara que grabe todas las situaciones, diálogos, confrontaciones, decisiones, entre otros que se dan en la pareja y al vernos como actuamos, como reaccionamos, lo que decimos, como lo decimos y si empezamos sobre todo a analizar el contexto, causas y consecuencias, podremos darnos cuenta que “muchas veces” el que actuó mal o metió la pata, es “uno mismo” y no el otro (a).  

Es necesario dejar de defender a nuestra persona y buscar soluciones, mejoras, a fin de que el otro se sienta mejor, más seguro, aceptado, a fin de poder construir juntos.

Mucho sentimiento, poca razón.

Los sentimientos, la vida afectiva, los dolores y traumas emotivos, rutina, la falta de expresión, van apresando a la persona y desvirtuando el análisis real de la situación que cada uno pasa; por lo tanto los sentimientos toman el mando de nuestras decisiones y así por ejemplo tenemos alguien que reacciona porque “el otro dijo o hizo esto, o dejo de hacer o decir aquello”.

Las personas dejan de ser objetivas y sus razones son fuertemente subjetivas, llamémoslas al final “versiones egoístas”, la persona esta convenida que él o ella tiene la razón. La persona está llena de susceptibilidades, * arreglar situaciones de crisis en estas circunstancias, no son recomendables.

Es necesario primero sanar heridas, limpiar y trabajar en ello. Es como tener una caída, tenemos raspones, heridas, hematomas, es necesario que esto se cure, que baje la hinchazón, dejar que pase un poco el tiempo, alejarme de estas susceptibilidades y empezar a ver las cosas como son. Un consejo: busquemos las causas reales de los problemas, al encontrar la “causa real” tendremos ya en nuestras manos, el 50% de la solución del problema.

Por tanto es importante trabajar la inteligencia emocional a fin de tomar buenas apreciaciones, diagnósticos, que a su vez nos llevarán a tomar las decisiones adecuadas, consecuentemente que nos llevarán a este buen proyecto en común, en pareja.

Buscar “soluciones” en las últimas circunstancias

Es necesario prevenir, que curar o lamentar. Es una frase que siempre hemos escuchado y muy pocas veces, puesto en práctica. Muchas parejas buscan ayuda cuando ya están en crisis, cuando piensan “fugar” salir de la casa, los hijos no rinden en el colegio, o sufren problemas que van desde la superficialidad hasta la depresión.

Es importante prevenir, no dejar que la bola de nieve crezca, pues sino después será más difícil solucionar los problemas. Por ejemplo una infidelidad no se da de la noche a la mañana, porqué vi a alguien o pasó tal cosa, una infidelidad es la suma de pequeñas decepciones, de pequeñas infidelidades diarias, todo esto va sumando y al final desencadena en una infidelidad. Las estructuras afectivas de las personas se van dañando poco a poco.

Por ello es importante analiza, prevenir antes que lamentar y sobretodo dejar el egoísmo y el orgullo y amor propio, un consejo que siempre da buen resultado es

El que primero perdona es el más inteligente, pues el rencor, el orgullo va dañando más a la persona que está llena de estos sentimientos negativos, pues lo presionará y agobiará, lo que sucede en contrario a la persona que se libera y deja esta carga pesada.

La puerta se abre desde adentro, y tú tienes esta llave.

El dinero “el gran culpable”

Muchas personas llegan a las crisis por el mucho o poco dinero que se tiene, dice un dicho: “Dime cuan caros son tus sueños y te diré cuan pobre eres”.  El dinero en algo necesario pero no es lo básico en una relación, cuantas personas se pelearon por “cosas” que van y vienen y al final, se dan cuenta que con la muerte, nadie se lleva nada de aquí, o que perdieron mucho tiempo en “cosas” que solo los dañaron, frustraron e hicieron más infelices.

De niño lo que más disfrutabas es un helado que se derrame en tu polo o un juego en el pasto o la tierra que te dio tanta alegría, disfrutabas de las pequeñas cosas y eras feliz. Ahora tus juguetes son más caros y tu egoísmo también.

Si una pareja descubre que lo más valioso que tiene es su familia, que es única e irremplazable ha encontrado el verdadero valor de las cosas, al contrario cuando el dinero está por encima de ello, están en un problema grave. La distorsión de los valores, confunden, aturden a las personas, que se convierten en mezquinos y poco lucidos para afrontar las crisis y sobretodo, se conviertan en personas infelices y cerradas a su propia libertad.

Si una pareja, vive en armonía, tiene objetivos en común. Administrarán el dinero de la mejor manera de forma y sus necesidades serán cubiertas, se esforzarán, ajustarán lo que deben ajustar, darle el verdadero sentido a las cosas y las cosas caminarán para bien.

Y sobre todo si tienen a Dios como centro, saldrán adelante y solucionarán las crisis de la mejor manera y lo “demás” vendrá por añadidura. Es necesario que la pareja, la familia, tenga una vida espiritual, lo cual no es un una terapia, es la vida misma, tu búsqueda interior y tu meta final a lo cual, todos debemos llegar. Es básico empezar y construir al lado de Cristo y con Cristo.